
…Que este martirio, después de
haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga, por fin, morir y que
mi alma se lance sin demora al eterno abrazo de tu amor misericordioso…
(Acto de ofrenda al Amor Misericordioso)
Señor, ahora que vivimos en esta
Cuaresma el tiempo de la cruz, esa cruz de tu sufrimiento, esa cruz de nuestra salvación,
haz que sepamos abrazarnos a ella en nuestro cada día, que seamos capaces de
cargarla con resignación y esperanza, que podamos agradecerte, como Teresita,
el don de la cruz.
Señor Sacramentado, que en la cruz de
cada día veamos el camino que nos abre el sufrimiento, aunque nos cueste,
porque es muy difícil abrazar el dolor y los encontronazos de la vida porque
somos débiles y quebradizos.
Tú eres pan vivo, alimento que sacia
la debilidad del hombre, la desgana y la indiferencia, llena nuestros vacíos, rebósanos
con Tu gracia para que podamos echarnos al camino cargado de cruz, abrazados a
ella en nuestros calvario particular, para que sepamos ver que, al final,
irradia la cruz de la Vida renovad que nos espera.
Señor nuestro, perdona nuestras torpezas,
nuestras desganas, nuestros egoísmos, tú que eres misericordia, tú que eres
perdón y amor. Señor, cuando vivimos nuestra pasión, danos las fuerzas necesarias
para llegar al final de nuestra meta, que no es otra que encontrarnos contigo
en el final del camino, que podamos vivir, como Teresita, el eterno abrazo de
tu amor misericordioso.
Y siempre, Señor, danos la esperanza
de Tu Madre, que no nos falte nunca el calor de sus ojos, Ella que es Madre de misericordia, Hermosura del Carmelo
y esperanza nuestra.
Que junto a Ella, Señor, sintiendo en
nuestro pecho la fuerza de su santo escapulario, y en el abrazo entero y
decidido de esa cruz que espera ponerse en el hombro de nuestra vida, podamos decir
con fe, como Teresita el Niño Jesús y de la Santa Faz: espero parecerme en ti
en el cielo. AMÉN.
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