domingo, 21 de febrero de 2016

La misericordia en Santa Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz por José Francisco de Jesús del Silencio Trigo Pérez OCDS



         … Te doy gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido y, en especial, por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. En el último día te contemplé llena de gozo llevando el cetro de la cruz. Ya que te has dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu Pasión…
         
 
…Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga, por fin, morir y que mi alma se lance sin demora al eterno abrazo de tu amor misericordioso…  
(Acto de ofrenda al Amor Misericordioso)
 

 
          Señor, ahora que vivimos en esta Cuaresma el tiempo de la cruz, esa cruz de tu sufrimiento, esa cruz de nuestra salvación, haz que sepamos abrazarnos a ella en nuestro cada día, que seamos capaces de cargarla con resignación y esperanza, que podamos agradecerte, como Teresita, el don de la cruz.

          Señor Sacramentado, que en la cruz de cada día veamos el camino que nos abre el sufrimiento, aunque nos cueste, porque es muy difícil abrazar el dolor y los encontronazos de la vida porque somos débiles y quebradizos.

          Tú eres pan vivo, alimento que sacia la debilidad del hombre, la desgana y la indiferencia, llena nuestros vacíos, rebósanos con Tu gracia para que podamos echarnos al camino cargado de cruz, abrazados a ella en nuestros calvario particular, para que sepamos ver que, al final, irradia la cruz de la Vida renovad que nos espera.

          Señor nuestro, perdona nuestras torpezas, nuestras desganas, nuestros egoísmos, tú que eres misericordia, tú que eres perdón y amor. Señor, cuando vivimos nuestra pasión, danos las fuerzas necesarias para llegar al final de nuestra meta, que no es otra que encontrarnos contigo en el final del camino, que podamos vivir, como Teresita, el eterno abrazo de tu amor misericordioso.

          Y siempre, Señor, danos la esperanza de Tu Madre, que no nos falte nunca el calor de sus ojos, Ella que es  Madre de misericordia, Hermosura del Carmelo y esperanza nuestra.

          Que junto a Ella, Señor, sintiendo en nuestro pecho la fuerza de su santo escapulario, y en el abrazo entero y decidido de esa cruz que espera ponerse en el hombro de nuestra vida, podamos decir con fe, como Teresita el Niño Jesús y de la Santa Faz: espero parecerme en ti en el cielo. AMÉN.

         

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