Bueno, pues atrás quedaron las tres jornadas de ejercicios espirituales,
en el seminario de Jaén, con los laicos animados y organizados desde el Carmelo
Seglar capitalino. Estructurados en cuatro bloques, con una media de 35
asistentes; pasaron por los ejercicios 45 personas. Hay que felicitar a los
organizadores por su buen hacer, sin narrar lo vivido, que es exquisito.
Gracias, Carmelo Seglar de Jaén.
EN JAÉN NEVANDO Y DE EJERCICIOS ESPIRITUALES
Pareció que la mejor fecha sería del 26 al 28 de febrero, con el
puente de Andalucía, en el camino cuaresmal y así descansar al día siguiente.
Aunque el cielo nos regaló la nieve; de descanso, nada. Al volver a casa había
que seguir la marcha recuperando los atrasos de los días de placer espiritual
vividos en el Seminario Diocesano durante tres jornadas intensas y ricas por
las que pasamos casi medio centenar de personas. ¿Todos del Carmelo Seglar? No.
Pero la mitad, seguro. El Carmelo es el motor y organizador del evento; a la
vez, ofrece a quienes desean unos días de oasis y sosiego pacífico, en régimen
interno o externo, con comida o sin ella a quienes deseen participar. El
abanico de posibilidades es tan grande y la casa de ejercicios ofrece tan
buenos resortes que el enganche se presta para hacer un buen alto en el camino
y dedicarse a las cosas del alma.
El padre carmelita del convento ubetense Francisco Víctor López
Fernández, por medio de cánticos del antiguo y nuevo testamento, desarrolló las
meditaciones iluminándolas con la doctrina teresiana y de la familia de la
Orden del Carmen. Del salón a la capilla para el rezo de las laudes y las
vísperas, junto con las celebraciones eucarísticas, a las que se unieron la
penitencial, el vía crucis y la adoración al Santísimo, cerraron el ciclo
oracional coronado con la lectura de la Bula de la Misericordia, mientras se
realizaba la comida del medio día. ¡Qué sorpresa¡ Cientos de generaciones han
realizado las comidas en silencio acompañadas de buenas lecturas en las
escuelas, colegios mayores, centros de estudios, formación, amén de conventos y
seminarios. Llamó poderosamente la atención la metodología de la lectura
espiritual mientras todos compartían silenciosamente el almuerzo para reparar
las fuerzas de los ejercitantes.
Finalmente, todo se cerró con una evaluación sacando a relucir las
mejores realizaciones y lo que conviene para otra ocasión. Y con los “cánticos”
meditados, procuramos aprender y ensayar algunas canciones para orar mejor. El
seminario nos brindó la ocasión de compartir el primer tiempo de la mañana,
dedicado a la oración y las laudes, en la capilla con los seminaristas; era una
jornada muy especial: el día de la familia del seminario. Ahí nos sentimos e
hicimos unidad familiar en los primeros pasos del sábado rezando junto con los
candidatos al sacerdocio y pastoreo de nuestras futuras comunidades. ¡Con qué
amor rezamos por las vocaciones¡ Se notaba.
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